Ya tienen vía libre los mercados para hincarle el diente al jugoso escaparate de bienes públicos del estado español. Todo gracias a esta reforma constitucional auspiciada por PSOE y PP, cogiditos de la mano para salvaguardar los intereses de los especuladores financieros. Aunque todavía quedan algunos trámites para que se haga realidad, todo hace indicar que no escucharan lo que el pueblo quiere para él, para su presente, para su futuro.
Lo que esta reforma supone es esencialmente que el Estado debe de hacer pago de la deuda que contrajo, priorizando este pago en sus presupuestos ante los gastos en las partidas que pueden recoger la estabilidad del estado del bienestar, es decir sanidad gratuita y universal, educación, pensiones, desempleo, etc. Lo que a la larga dejará estos bienes públicos en un estado lamentable, en un estado perfecto para su privatización.
Y no se nos escucha, nada somos para ellos. Nos dirán que hay que recortar de aquí y de allá, pero no le suben los impuestos a los que más tienen, a las grandes fortunas, a las multinacionales. No dejaran de hacer gastos en propaganda en sus partidos, no se bajaran sus sueldos, no dejaran de gastarse inmensas cantidades de dinero en obras faraónicas. Claro, esto son inversiones, la educación de nuestros hijos no lo es, es un gasto. Todo para satisfacer y tranquilizar a los mercados. Los mismos que nos llevaron a la ruina económica y social, los mismos que en poco tiempo se encargaran de educar a nuestros hijos en los colegios, y nos sanaran en los hospitales. Eso sí, bajo crédito.
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